Albertina Carri, un cine mutante

Algunas notas sobre la filmografía de Carri.

Fama

La directora argentina Albertina Carri parodia, en el cortometraje Fama (2003), una serie de supuestos sobre la identidad femenina conectándolos con referentes cinematográficos populares, como Marilyn Monroe, en este alter ego malvado que bien representa Dolores Fonzi, quien se representa a sí misma, o Psicosis, de Hitchcock, en la escena en donde su tímida némesis termina matándola en la ducha como una vengadora Norman Bates.

La identidad que cuestiona Carri es esta a la que le rinde culto la industria y el público argentino: la rubia de belleza hegemónica a la que ninguna otra mujer puede superar en hermosura, por lo que despierta, por un lado, envidias insanas, y por otro, la posibilidad de aprovecharse de esta belleza para humillar y rebajar a los demás. Pero también es la identidad a la que le ha rendido culto el mainstream estadounidense: la diva, la femme fatale, la reina del grito, la histrionisa, la actriz de carácter.

Carri no duda en cuestionar y a la vez burlarse de todas estas identidades construidas para el beneplácito, sobre todo, de los hombres, pero aprovechado históricamente por las mujeres para subsistir a un sistema que busca doblegarlas. No por nada la película cierra con una frase de Todo sobre mi madre, de Almodóvar, esa que todos recordamos de “una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma”. Carri nos dice que eso es un imposible, la autenticidad no existe, lo que hay, lo que tenemos a mano, son pulsiones, pesadillas, deseos escondidos y ansias de destrucción y de muerte. Lo demás es fantasía.