El arte habita en la vida del artista: es medio de expresión, lucha e incluso expiación. Puede encarnar múltiples formas y significados, y Mabel Valdiviezo es consciente de ello. En su película documental autobiográfica más reciente, Hija pródiga (2024), explora esta dimensión del arte con sensibilidad y agudeza. A través de animaciones, fotografías y registros audiovisuales, Valdiviezo construye un relato íntimo y conmovedor que nos sumerge en un viaje de contrastes: un tránsito entre el pasado y el presente, el exilio y el retorno, el dolor y la reconciliación.
Como se anticipa en el título de la película, esta retrata el regreso de Mabel al Perú, donde se reencuentra con su familia después de 16 años sin contacto, en una situación que evoca la parábola bíblica. Sin embargo, Valdiviezo añade un elemento distintivo en la producción de esta cinta: su propio arte. Con una poderosa introducción en voz en off, nos lo explica: “Pintar es un ritual para sanar el pasado y lo roto”, y eso es precisamente lo que se propone en esta película.
El relato de Mabel se va construyendo a través de sus propias creaciones artísticas o de aquellas en las que ha participado. La vemos pintando retratos de su madre, una figura fundamental en su vida y con quien carga una profunda deuda emocional. Para la protagonista, el arte trasciende donde el lenguaje se vuelve insuficiente. Es a través de fotografías y pinturas que su historia se va revelando poco a poco, permitiéndonos comprender las razones de su prolongado silencio.
Uno de los aspectos más íntimos que se revelan sobre Mabel en la película es su identidad fragmentada. Descendiente indígena y migrante desde su infancia, esta condición la marcó con un sentimiento de no-pertenencia, incluso dentro de su núcleo familiar. La distancia emocional con un padre casi siempre ausente y una madre que no parecía comprenderla se agudizó en su adolescencia y juventud, cuando los movimientos culturales subterráneos del Perú se convirtieron en su único espacio de expresión.
Siguiendo el curso de su historia, el documental también aborda uno de los episodios más difíciles para Mabel: su llegada a San Francisco y la vida que llevó como migrante indocumentada. Expone con crudeza la caída de su gran sueño americano, narra su paso por un club de striptease y el uso de drogas y alcohol. Es precisamente este capítulo oscuro, además de la violencia sexual vivida de niña, secretos que se conviernten en los principales obstáculos para la reconexión familiar.
Con un montaje que alterna entre flashbacks y secuencias en formato de entrevista, la historia avanza hacia uno de sus momentos culminantes: la confesión y petición de perdón de Mabel a su madre. Esta escena está meticulosamente construida para que el espectador se sienta simultáneamente partícipe de este íntimo acto. No solo se revela la vulnerabilidad que conlleva pedir perdón, sino también la dificultad que representa, para su madre, aceptar esa verdad. Un detalle que, como observadora peruana, resulta imposible pasar por alto, ya que pone en evidencia ciertos elementos culturales propios del país: la profunda religiosidad materna como escudo y consuelo.
Hija Pródiga es una de esas películas que logran hacerte parte de lo que se está desarrollando en pantalla. En este caso particular, invita a integrarse a un entorno familiar que no pretende ocultar sus fracturas, sino que las expone desde el centro mismo de la intimidad, con honestidad y sin ornamentos. No se trata de un retrato de toxicidad, sino de una mirada sincera a las tensiones, vacíos y distancias que nacen de la incomprensión. Es en el arte donde esos silencios y desencuentros encuentran un cauce, convirtiéndose en un lenguaje alternativo para sanar, recordar y reconstruir.
Con una propuesta visual audaz e innovadora, Valdiviezo nos recuerda el poder transformador del arte para explorar las complejidades humanas. Las pinturas trascienden su función expresiva para convertirse en puente entre madre e hija. A diferencia de la parábola bíblica donde el padre celebra el retorno del hijo con un festejo, en este documental es el arte el que finalmente permite la reconexión entre ambas, ofreciendo un camino hacia la reconciliación que, sin idealizar el proceso, reconoce tanto sus posibilidades como sus limitaciones.
Ficha técnica:
Directora, productora y editora: Mabel Valdiviezo/Países: Perú y Estados Unidos/Año: 2024/Idioma original: Español
Coproductora: y editora: Sara Maamouri/ Editora: María Zeiss/Dirección de fotografía: Mario Furloni (EEUU), Tupac Saavedra (EEUU), Jorge Vignati (Perú)/Director de fotografía: Tupac Saavedra (Estados Unidos)
Locación de sonido: Guillermo Palacios/Productora asociada y productora de impacto: Chelo Alvarez-Stehle/Productor consultor: Mitch Teplitsky
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