Ambientada en un barrio de Corrientes, Las mil y una (Clarisa Navas, 2020) asume el desafío de explorar el deseo y las identidades no normativas desde una mirada sensible, honesta y cercana. Siguiendo la historia de dos adolescentes, Iris (Sofía Cabrera) y Renata (Ana Carolina García), que intentan amarse en un entorno que las margina, la película nos enfrenta con aquello que muchas veces se prefiere ignorar: la presión del entorno, la desprotección del sistema de salud público hacia las identidades diversas y la autocensura que experimentan quienes transitan un proceso de autodescubrimiento.

Desde la primera secuencia, con la cámara siguiendo los pasos de Iris, que avanza jugando con una pelota de básquet mientras un grupo de hombres la acosa, Navas nos invita a formar parte de una cotidianidad hostil. Pronto entendemos que no se trata de un caso aislado: a su alrededor se despliega un abanico de personajes, disidentes como ella, que intentan coexistir desde los márgenes.
Pese a ello, la película no deja espacio para la ambigüedad en torno a la representación del deseo no normativo. El primer acercamiento a este tema ocurre durante la juntada por el cumpleaños de uno de los chicos del barrio, fiesta a la que Iris asiste junto a sus primos Ale (Luis Molina) y Darío (Mauricio Vila). A partir de un juego infantil, las escondidas, comienzan a desplegarse distintas formas del deseo. El deseo heterosexual frustrado, como en el caso de Iris, que al quedarse a solas con el cumpleañero, decide irse cuando aún puede. Y el deseo homosexual entre los otros adolescentes que sólo tiene lugar en la oscuridad y los silencios.
En medio de estas experiencias marcadas por la fugacidad, Renata surge como un personaje que desafía el orden del barrio. Aquí Navas contrapone dos figuras totalmente distintas: por un lado, Iris, autoproclamada el “ángel” del barrio, símbolo de ingenuidad, ternura y cierta inocencia infantil; por otro, Renata, una joven dueña de una libertad sexual que no solo deslumbra, sino que incomoda. Al entrar en escena, la reacción es inmediata: despierta habladurías y activa mecanismos de control. Por ello, a medida que crece el interés de Iris, también aumentan las advertencias de su entorno. Sus amistades y su familia, influenciadas por los rumores sobre la vida de Renata y su supuesta enfermedad —el VIH—, intentan frenar ese acercamiento antes de que tome forma.

Aunque estemos en un entorno mediado por el miedo y el rechazo, vemos cómo también surgen espacios de fuga y resistencia. Uno de ellos es el vínculo entre Ale, Dario e Iris. Entre bromas y gestos, encuentran una manera de habitar en el margen. Este lazo íntimo es, quizás, uno de los aspectos más memorables de la película. Como señala Navas (2020) en una entrevista, este largometraje busca construir un “cine de gestos”, contrario al habitual cine argentino que está centrado en la palabra. Este detalle se logra con maestría en toda la cinta. Allí los vínculos se tejen a través de silencios, señas e incluso a través del baile. Esa cercanía, sostenida en el lenguaje basado en la corporalidad, irrumpe en un barrio que no deja de moverse ni de hacer ruido, y se convierte en otra forma —más íntima, más afectiva— de resistir y vivir.

A mi parecer, hay una pregunta que atraviesa a cada adolescente en la película: ¿quién soy yo cuando todos me nombran? La vida en el barrio no es fácil, y mucho menos para quienes forman parte de las disidencias sexuales. Esto se evidencia en los fragmentos de vida que seguimos de Iris, Darío, Ale y, sobre todo, Renata. Las mil y una se consagra como una de las pocas películas que se atreve a mostrar la marginalidad en la que viven estas múltiples identidades sexuales, sus precariedades y luchas cotidianas, sin exotizar a la comunidad LGBTQI+ ni caer en estereotipos. La decisión de Navas de apostar por un “cine de gestos” es, muy probablemente, la clave de ese logro.
Ficha técnica:
Directora: Clarisa Navas / Países: Argentina – Alemania / Año: 2020 / Duración: 120 min
Idioma original: Español / Guion: Clarisa Navas / Fotografía: Armin Marchesini Weihmuller
Edición: Florencia Gómez García (EDA) / Sonido: Mercedes Gaviria Jaramillo (ASA)
Dirección artística: Lucas Koziarski / Música: Claudio Juarez / Desdel Barro (Hiedrah) / Producción: Diego Dubcovsky / Lucía Chávarri
Intérpretes: Sofía Cabrera, Ana Carolina García, Mauricio Vila, Luis Molina, Marianela Iglesia.
Referencias:
La Izquierda Darío +. (2020, 24 de noviembre). Las mil y una, entrevista a Clarisa Navas | CINE a pantalla revuelta #MarFilmFestival #cine [Video]. YouTube.
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